Para 2009 muchos de los aficionados al rally Dakar vimos como nuestro sueño de poder verlo se hizo realidad. Un problema político en África fue la causa para venir a América del Sur. En un principio se creía que era por un año y que luego todo volvería a la normalidad. Muchos aprovechamos esta oportunidad como la única para poder ver a los más grandes en vivo y en directo.
Nadie creía que el rally se enamoraría de Sur América. Pues fue algo muy sencillo, las personas se volcaron a las rutas para acompañar a los pilotos y hacerles sentir su admiración con sabor latino.
Los camiones son los gigantes del Dakar, los peso pesado que no tienen miedo de volar o salir derrapando de una curva como cualquier carro o moto.
Los instrumentos de navegación son una muestra de ingeniería para poner al alcance del piloto toda la información y elementos propios a la hora de mantenerse en la ruta.
Los pilotos "pro" siempre van a fondo y llevan un ritmo endemoniado, la diferencia con los pilotos amateur es abismal. Unos corren para ganar y otros corren para terminar.
Es un placer poder observar en terreno abierto a todas las motos haciendo su navegación. Muchos pilotos aprovechan para ir a la rueda de los mejores navegantes.
Muchos pilotos aprovechan el final de la etapa para dar un poco de espectáculo a los aficionados que esperan ansiosamente la llegada de sus favoritos.
El vivac es la ciudadela rodante de la competencia. Día a día cambia su ubicación llevando con ella equipos y personas, contando las 24 horas del día con mecánicos realizando reparaciones, pilotos descansando y periodistas tratando de sacar la mejor nota. Simplemente es el corazón del rally.
Por esos días las motos más potentes eran las KTM 690, sin ninguna limitación fácilmente podrían alcanzar los 170 kms.
Motos y autos comparten la ruta que en ocasiones es tan pequeña que no alcanzan a pasar dos a la vez, contrastando con la inmensidad del desierto donde todos pueden elegir su ruta.